2010-07-17 20:00:36
a una rameraPor
francisciscoMMA una ramera (sueños de humo)
Rumores de tus caricias me rondan,
se trepan por mi piel y se arraigan en mi garganta.
Estoy en el bar donde te conocí.
El bar desierto,
El refugio de ebrios tristes con risas alertagadas.
El mosaico de ojos rojos,
de tristezas aturdidas,
de putas olvidadas.
El estúpido trovador me exhibe en sus cantos muertos.
Con sadismo te describe,
te menciona, te regala.
Entre sorbos forzados de cerveza tibia,
te veo, ahi,
en el mismo lugar,
vendiendo al mejor postor
tus burdas imitaciones de amor.
Estas ahí,
con tu escote exagerado y tus pezones erectos por el frió.
Uniendo tu vanidad a mi lujuria.
¡No me digas que no existo!
Si ante mi te despojaste de ropa,
de tu nombre falso y exótico.
Ante mi te despojaste de tu actitud altanera,
de tu maquillaje de ramera.
¡Mirame!
Estoy aqui,
entre muertos olvidados.
Me hablaste de una cama que solo usas para dormir,
de tus sueños pequeños,
de tus sueños dulces,
de los sueños tiernos que guardas bajo tu almohada.
Volando en mis sueños de humo,
me voy lejos de aquí,
al cuarto de hotel barato,
donde una linea de polvo blanco y unos tragos de tequila,
adormecieron tu pudor...
y tus besos parecían reales.
Y tus gemidos dejaron de ser fingidos.
¡No me digas que no existo!
Me diste caricias humanas, prohibidas.
me diste libertad de explorarte,
de adueñarme de tus sabores, de rozar tu alma.
Me bebiste con furia,
hasta que gotas de mi locura
se desbordaron de tus labios
y resbalaron por tu cuello.
¡Mirame!
Estoy aquí,
entre muertos olvidados.
Te quitaste tus ojos de ramera.
Te sonrojaste, suspiraste.
Acaricie tu alma y tus lágrimas negras caminaron por mi pecho.
Apagaste la luz, te callaste.
¡Maldito ese día que te dije te quiero!
Maldita la hora en que se hizo tu silencio.
(De tu aliento hice mi fetiche.
El tenue bello de tu intimidad,
contrasta con tu cabellera teñida y abundante.
Y yo me vuelvo loco cantando con mis dedos tu cuerpo.
Tocandote con libertad y morbo
mientras duermes a mi lado.
Estas ahí,
desnuda.
Vestida con tranquilidad y silencio.
Separo tus piernas tersas,
y tu jardín se expone a la luz de mi lujuria avivada.
Tu rozada tibieza besa mis dedos,
y tu humedad me dice que te volviste humana.
Gimes rompiendo los acordes de la callada madrugada.
Tus senos responden a mis besos que se evaporan.
Tus uñas artificiales casi se rompen al estrujar las sabanas.
Entonces,
abres los ojos y sin decir nada,
me hablas de un pasado que en un sueño de humo, casi inmolaste.)
¡Mirame!
Estoy aquí,
Solo mirame, entre muertos olvidados.
Entre ebrios tristes que juegan a ser felices.
Entre mi desconcierto y tu olvido.
¡Ramera!
¡No me digas que no existo!
Maldita el día que te dije te quiero,
Maldita la hora en que se hizo tu silencio.