Una Cena Navideña

De pequeño mi padre me decía “hijo no comas tanto” y mi madre me decía “no hagas caso y traga no más”.

Mi padre era el más grande de todos los que por allí rondaban, siempre con una mirada muy seria disimulada por un mechón largo de carne que caía sobre sus ojos que le daba un aspecto misterioso a unos ojos de por sí iracundos. Mi madre era alta, más alta que mi padre, siempre erguida y tenía un aire “snob” en especial por ese delgado cuello que se erigía entre sus hombros.

Todo era felicidad en mi casa hasta que una mañana alguien entró bruscamente a nuestro hogar, yo pensé que era un ladrón pero no... este sujeto parecía buscar algo, o mejor dicho a alguien que no eran otros más que mis padres. El tipo saco a mis padres a la fuerza, ellos se defendieron dando sus mejores picotazos y patadas pero nada pudieron hacer para evitar que se los llevaran.

No tengo idea de que crimen cometieron mis padres pero alguien me dijo que estaban condenados a muerte.

Me asomé por la ventana y vi a mi padre sentado en el banquillo de los condenados, no pude ver a mi madre pero me imagine que estaría en la misma situación.

Eran casi las 2 p.m. y el silencio fue roto por un golpe de madera contra metal, que encontró en su camino algo de carne y hueso... el pescuezo de mi padre... él murió esa tarde.

El verdugo no sólo lo mato sino que le cortó la cabeza, lo calateó y le arrancó los órganos internos al buen estilo de Depredador y los guardo en un congelador como si se trataran de trofeos de guerra, quien sabe con que propósito. Vi como el verdugo embalsamaba el cadáver de mi padre con frutas y verduras como si se tratara de una momia egipcia.

Unas horas más tarde, ya en la noche, sentí un olor medio raro, jamás lo había sentido... y vi a mi padre tendido en una bandeja rodeado por una fresca ensalada que para mí no era otra cosa más que una corona de flores para difuntos, mi padre estaba calato, no tenía piernas, no tenía cabeza, y lo que es peor el olor que sentí era el de su cadáver calcinado... era el olor de la muerte, que parecía gustarle a los que rodeaban la mesa en la que él yacía.

Después de unos minutos los individuos que rodeaban a mi padre parecía que rezaban por él, pero ¡No!... sacaron filosos cuchillos y tenazas y al buen estilo de Hannibal Lecter empezaron a descuartizar a mi achicharrado padre hasta dejar sólo su esqueleto.

Me dijeron que mi madre corrió la misma suerte que él, yo no lo creí... pero era verdad. Y no sólo murió igual que mi padre sino que el asesino fue mas salvaje aún, mi madre que era abstemia fue obligada a beber cantidades insanas de licor hasta quedar desmayada de la ebriedad y acto seguido fue asesinada, y el verdugo no contento con eso hizo pedazos su cadáver para después calcinarlo como a mi padre.

Yo era muy chico, acababa de salir del cascarón, pero nunca olvidaré ese día ni esa noche, el día en que quedé huérfano... un día muy oscuro para los de mi clase... un día de Navidad.

Feliz navidad... y que disfrutes tu pavo muerto!

Escrito en el año 2005 por mi para el amor de mi vida de esa epoca.

Fe de erratas: debe decir
Escrito en el año 2005 por mi, para el amor de mi vida de esa epoca

¿Serán Los Jívaros los de tu clase Kevin?


Bueno, feliz Natividad y a no comer pavo por las dudas sea el papá de alguno de nosotros. Y si ven al mío por favor no mastiquen mándenmelo así, sin masticar; lo agradeceré.

Hola Kevin.
Bueno el relato, digno de pensar que dejamos en la orfandad a algún pavito por ahí, jajajaja.

Un saludo y que tengan una buena cena de navidad.

Los vegetarianos tienen sus razones para serlo
bs
Es entendible, todos comemos animales muertos, si solo nos pusieramos a meditar todos seriamos vegetarianos